miércoles, 24 de agosto de 2016

RECURSOS NATURALES ESTRATEGICOS


Los recursos naturales estratégicos son elementos vitales de la naturaleza para la sociedad y en el mundo, por lo tanto, son mundialmente disputados, especialmente el agua y el petróleo. Existen, en la actualidad, una serie de recursos naturales estratégicos para el funcionamiento de las sociedades, por lo que la posesión o su dominio pueden representar una serie de ventajas económicas y hasta geopolíticas. Muchas guerras a lo largo de la historia intentaron disputar territorios para que pudieran tener el dominio de los recursos disponibles en ellos. La importancia de un recurso natural dado puede variar con el tiempo debido a que los cambios tecnológicos alteran en mayor o menor grado la necesidad de consumir un determinado producto.


     


Actualmente, dos recursos naturales prevalecen sobre los otros en términos de relevancia política y estrategia: el agua y el petróleo

El agua es un recurso estratégico natural, por razones obvias: es la principal sustancia que proporciona el origen y mantenimiento de la vida. Además, su relevancia sólo aumenta con el tiempo, principalmente debido a la escasez de agua potable – idónea para consumo propio – en algunas regiones del planeta.





   
Podemos ver en la lectura del gráfico y del mapa que hay zonas donde la escasez de agua es notoria, lo que ocurre no solamente por la ausencia de esos recursos sino por su uso acentuado e indebido, así como la contaminación de los principales cursos de agua que hacen del agua un recurso inutilizable. No son pocos los expertos que apuntan al agua como el principal motivo de disputa de las próximas guerras a lo largo del siglo XXI. E incluso algunos países como España no están libres de la escasez de agua, pues aunque el territorio presenta grandes reservas de agua, ellas son mal distribuidas, habiendo regiones donde ocurren sequías periódicas y acciones sin planificación comprometen la disponibilidad del recurso de manera purificada – por ejemplo, en zonas costeras. 



Además de agua, el petróleo también se considera vital para el mundo de hoy. Su importancia se da desde la Segunda Revolución Industrial, cuando comenzó a ser utilizado como materia prima para combustibles, lubricantes, disolventes y también plásticos, uno de los materiales más utilizados en la actualidad. Así que con el crecimiento de la actividad industrial en todo el mundo, con el consiguiente aumento en el consumo de materias primas, el petróleo es cada vez más indispensable para el funcionamiento de la sociedad. La Guerra del Golfo en 1991 fue emblemática en este sentido, después de todo, los Estados Unidos e Irak se enfrentaron a causa de la disputa sobre las reservas de petróleo de un pequeño país de Oriente Medio, Kuwait. A propósito de este evento histórico, los Estados Unidos es el mayor consumidor mundial del recurso y, a pesar de tener muchas reservas y alta productividad, necesita importar petróleo en grandes cantidades, por lo que el control sobre su precio es algo muy necesario para sus intereses. Son varios los productores y consumidores de este preciado bien. Podemos notar que algunos de los productores más grandes no son grandes consumidores, lo que significa que la mayor parte de su producción de petróleo se exporta. También es necesario hacer hincapié en el papel creciente de las economías emergentes en este contexto, como Brasil, Rusia, China e India. Teniendo en cuenta estas notas, podemos ver el carácter estratégico de agua y petróleo en el contexto internacional. España, por suerte, tiene dos características en una buena cantidad, aunque esto no quiere decir que debamos utilizarlos indiscriminadamente. En cuanto al petróleo, es necesario adoptar fuentes alternativas de combustible y energía. En relación con el agua, tenemos que reducir el consumo y combatir la contaminación o la degradación de los ríos y otras reservas hídricas.








¿QUÉ ES EL DERECHO AL AGUA?



¿QUÉ ES EL DERECHO AL AGUA?

El derecho al agua en la normativa internacional de derechos humanos

Aunque el derecho al agua no está reconocido expresamente como un derecho humano independiente en los tratados internacionales, las normas internacionales de derechos humanos comprenden obligaciones específicas en relación con el acceso a agua potable. Esas obligaciones exigen a los Estados que garanticen a todas las personas el acceso a una cantidad suficiente de agua potable para el uso personal y doméstico, que comprende el consumo, el saneamiento, el lavado de ropa, la preparación de alimentos y la higiene personal y doméstica. También les exigen que aseguren progresivamente el acceso a servicios de saneamiento adecuados, como elemento fundamental de la dignidad humana y la vida privada, pero también que protejan la calidad de los suministros y los recursos de agua potable.

El concepto de la cantidad básica de agua requerida para satisfacer las necesidades humanas fundamentales se enunció por primera vez en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua, celebrada en Mar del Plata (Argentina) en 1977. En su Plan de Acción se afirmó que todos los pueblos, cualesquiera que sean su etapa de desarrollo y sus condiciones económicas y sociales, tienen derecho al agua potable en cantidad y calidad acordes con sus necesidades básicas. En el Programa 21, aprobado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de 1992, se confirmó este concepto. Posteriormente, varios otros planes de acción han mencionado el agua potable y el saneamiento como un derecho humano. En el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de 1994, los Estados afirmaron que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado para sí
y su familia, lo que incluye alimentación, vestido, vivienda, agua y saneamiento adecuados. En el Programa de Hábitat, aprobado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos (Hábitat II) en 1996, el agua y el saneamiento también se consideraron parte del derecho a un nivel de vida adecuado.

El derecho al agua se ha reconocido también en declaraciones regionales.
El Consejo de Europa ha afirmado que toda persona tiene derecho a una cantidad suficiente de agua para satisfacer sus necesidades básicas. En 2007, los dirigentes de Asia y el Pacífico convinieron en reconocer que el derecho de las personas a disponer de agua potable y de servicios básicos de saneamiento es un derecho humano básico y un aspecto fundamental de la seguridad humana. En la Declaración de Abuja, aprobada en la Primera Cumbre América del Sur-África, en 2006, los Jefes de Estado y de Gobierno declararon que promoverían el derecho de sus ciudadanos al acceso al agua potable y a la sanidad dentro de sus respectivas jurisdicciones. Aunque esas declaraciones no son jurídicamente vinculantes, reflejan un consenso y una declaración política de intenciones sobre la importancia de reconocer y hacer realidad el derecho al agua.

En noviembre de 2002, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales aprobó su Observación general Nº 15 sobre el derecho al agua, definido como el derecho de todos a disponer de agua suficiente, salubre, aceptable, accesible y asequible para el uso personal y doméstico. Aunque en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales no se menciona expresamente el derecho al agua, el Comité subrayó que este derecho forma parte del derecho a un nivel de vida adecuado, al igual que los derechos a disponer de alimentación, de una vivienda y de vestido adecuados. El Comité también subrayó que el derecho al agua está indisolublemente asociado al derecho a la salud y a una vivienda y una alimentación adecuadas.

Tratados internacionales de derechos humanos que entrañan obligaciones específicas en relación con el acceso al agua potable y el saneamiento:
• La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, aprobada en 1979 (art. 14 2));
• El Convenio Nº 161 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre los servicios de salud en el trabajo, aprobado en 1985 (art. 5);
• La Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada en 1989 (arts. 24 y 27 3));
• La Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, aprobada en 2006 (art. 28).

Por último, numerosas constituciones contienen referencias explícitas al derecho al agua, entre ellas las del Ecuador, el Estado Plurinacional de Bolivia, la República Democrática del Congo, Sudáfrica, Uganda y el Uruguay. El derecho a servicios de saneamiento también se consagra en algunas constituciones y legislaciones nacionales, como las de Argelia, el Estado Plurinacional de Bolivia, las Maldivas, Sri Lanka, Sudáfrica y el Uruguay. Otras constituciones aluden a la responsabilidad general del Estado de asegurar el acceso al agua potable y el saneamiento.  





Aspectos fundamentales del derecho al agua

• El derecho al agua entraña libertades. Estas libertades están dadas por la protección contra cortes arbitrarios e ilegales; la prohibición de la contaminación ilegal de los recursos hídricos; la no discriminación en el acceso al agua potable y el saneamiento, en particular por razón de la clasificación de la vivienda o de la tierra; la no injerencia en el acceso a los suministros de agua existentes, especialmente las fuentes de agua tradicionales; y la protección contra las amenazas a la seguridad personal al acceder a agua o servicios de saneamiento fuera del hogar.
• El derecho al agua entraña prestaciones. Estas prestaciones comprenden el acceso a una cantidad mínima de agua potable para mantener la vida y la salud; el acceso a agua potable y servicios de saneamiento durante la detención; y la participación en la adopción de decisiones relacionadas con el agua y el saneamiento a nivel nacional y comunitario.
• El suministro de agua para cada persona debe ser continuado y suficiente para cubrir los usos personales y domésticos, que comprenden el consumo, el lavado de ropa, la preparación de alimentos y la higiene personal y doméstica. Otros usos domésticos del agua, como el agua para las piscinas o la jardinería, no están incluidos en el derecho al agua.

El VIH/SIDA y las necesidades especiales de agua

Las personas que viven con el VIH/SIDA necesitan lavarse con frecuencia y prestar gran atención a la higiene personal [...]. Tienen que limpiarse las heridas y las lesiones, y lavar a menudo sus prendas de vestir y la ropa de cama. Las fiebres, acompañadas de sudoración, son frecuentes, lo que aumenta la necesidad de beber agua [...]. Es importante que las casas estén limpias y bien ventiladas para evitar la tuberculosis, la más frecuente de las infecciones oportunistas. Todo ello exige cantidades adicionales de agua, que no siempre están disponibles.

Fuente: WaterAid Ethiopia y Progynist, "Making the links: Mapping the relationship between water, hygiene and sanitation and HIV/AIDS – a joint think piece" (2004). Disponible en www.wateraid.org.


El derecho al agua abarca, por lo tanto, el acceso al agua necesaria para mantener la vida y la salud y para satisfacer las necesidades básicas, y no confiere a las personas el derecho a una cantidad ilimitada de agua. Según la OMS, se requieren entre 50 y 100 litros de agua por persona al día para cubrir la mayoría de las necesidades básicas y evitar la mayor parte de los problemas de salud. El acceso a 20-25 litros por persona al día representa el mínimo, pero esta cantidad suscita preocupaciones sanitarias, porque no basta para cubrir las necesidades básicas de higiene y consumo. Estas cantidades son indicativas, ya que dependen del contexto particular y pueden diferir de un grupo a otro en función del estado de salud, el trabajo, las condiciones climáticas y otros factores. Las madres lactantes, las mujeres embarazadas y las personas que viven con el VIH/SIDA necesitarán más de 50-100 litros de agua al día.

En cualquier momento dado, la mitad de las camas de hospital del mundo están ocupadas por pacientes que padecen enfermedades transmitidas por el agua.

• El agua para el uso personal y doméstico debe ser salubre y aceptable. El agua debe estar exenta de microbios y parásitos, así como de sustancias químicas y radiológicas, que puedan constituir una amenaza para la salud de las personas. El agua debe tener también un color, un olor y un sabor aceptables, a fin de que las personas no recurran a otras fuentes que puedan parecer más atractivas pero que estén contaminadas. Estos requisitos se aplican a todas las fuentes de abastecimiento, como el agua corriente, el agua de cisternas, el agua comprada a un proveedor y los pozos protegidos.

La salubridad del agua potable se define normalmente mediante normas nacionales y/o locales de calidad del agua potable. Las Guías para la calidad del agua potable, de la OMS, sirven de base para elaborar normas nacionales que, debidamente aplicadas, garantizan la inocuidad del agua potable.

Alrededor del 90% de las aguas residuales y el 70% de los desechos industriales de los países en desarrollo se descargan en cursos de agua sin ningún tratamiento previo, contaminando a menudo los recursos de agua disponibles.

• Los servicios de abastecimiento de agua y de saneamiento deben ser físicamente accesibles y estar al alcance de todos los sectores de la población, teniendo en cuenta las necesidades de determinados grupos, como las personas con discapacidad, las mujeres, los niños y los ancianos.

Nuestros principales problemas en las comunidades rurales son que tenemos que caminar largas distancias, de 2 ó 3 km cada día, para llegar a un grifo público, acarrear pesados recipientes en la cabeza, de unos 20 a 25 litros por vez, y hacer largas filas delante de los grifos; si se llegara a contaminar este punto de agua común, toda la aldea estaría en peligro.
Fuente: Mujer de Sudáfrica, proyecto "Water Voice", 2003.

Aunque el derecho al agua no significa que todos deban tener acceso a agua y servicios de saneamiento dentro del hogar, sí presupone que estos servicios se encuentren en las cercanías o a una distancia razonable de la vivienda. También debería haber agua y servicios de saneamiento en las escuelas y los hospitales, los lugares de trabajo, los centros de detención y los campamentos de refugiados y de personas internamente desplazadas.

La distancia media que recorren las mujeres de África y Asia para ir a buscar agua es de 6 km.

Puesto que la cantidad de agua a que se tiene acceso cada día depende en gran medida de la distancia a la que está la fuente de agua y del tiempo que se tarda en recorrerla, se considera razonable una distancia que permita a todos recoger suficiente agua para cubrir los usos personales y domésticos. Según la OMS, para tener un acceso básico a 20 litros de agua por día la fuente debe estar a no más de 1.000 m del hogar y el tiempo necesario para ir a buscar agua no debe exceder de 30 minutos. Cuando hay agua corriente en las viviendas, el acceso es óptimo y es probable que se disponga de por lo menos 100 litros por persona al día11. A este respecto, el PNUD confirma en su Informe sobre Desarrollo Humano 2006 que el abastecimiento regular de agua corriente limpia en el hogar es la forma óptima de suministro para el desarrollo humano. El acceso a un abastecimiento regular de agua en la vivienda también evita a las mujeres y los niños tener que dedicar tiempo y energía física a ir a recoger agua a fuentes distantes.

• Los servicios de agua deben ser asequibles para todos.
Ningún individuo o grupo debería verse privado del acceso a agua potable por no poder pagar.

Por consiguiente, los costos directos e indirectos del agua y el saneamiento no deberían privar a nadie del acceso a estos servicios y no deberían comprometer la capacidad de disfrutar de otros derechos humanos, como el derecho a la alimentación, a la educación, a una vivienda adecuada o a la salud. El requisito de la asequibilidad también pone de relieve que la recuperación de los costos no debe erigirse en un obstáculo al acceso al agua potable y el saneamiento, especialmente para los pobres. Por ejemplo, el PNUD propone como punto de referencia un umbral del 3% del ingreso familiar. En general, los hogares más pobres no deberían cargar con una parte desproporcionadamente alta de los gastos en agua y saneamiento.




¿CÓMO SE APLICA EL DERECHO AL AGUA A ALGUNOS GRUPOS CONCRETOS?



¿CÓMO SE APLICA EL DERECHO AL AGUA A ALGUNOS GRUPOS CONCRETOS?

Algunos grupos o personas tienen dificultades particularmente grandes para ejercer su derecho al agua, debido a la discriminación, a la estigmatización, o a ambos factores a la vez. A fin de proteger eficazmente el derecho al agua, es necesario prestar atención a la situación concreta de las personas y los grupos, especialmente de los más vulnerables. Los Estados deberían adoptar medidas positivas para asegurarse de que determinados individuos y grupos no sean objeto de discriminación de propósito o de hecho. Por ejemplo, deberían adaptar sus políticas relativas al agua y el saneamiento a quienes estén más necesitados de asistencia, en lugar de atender meramente a los grupos mayoritarios. A veces, los Estados tienen también que asignar recursos financieros y humanos a grupos que históricamente han sufrido discriminación, para asegurarse de que puedan disfrutar de sus derechos en pie de igualdad con los otros grupos de la sociedad.

El análisis de determinados grupos que figura a continuación tiene por objeto ilustrar algunas de las consecuencias del derecho al agua.

Los pobres de las zonas urbanas y rurales

Vivo en un asentamiento precario en la ciudad de Pune. El barrio tiene alrededor de 200 chozas, habitadas por unas 1.000 personas. Por el costado del barrio pasa un canal abierto que lleva agua a la planta depuradora que abastece a la ciudad. A ambos lados del canal hay algo de terreno abierto. Los habitantes del barrio van a trabajar a la ciudad. Por la mañana, todos tienen prisa por ir al trabajo, pero sólo hay cuatro retretes públicos. Este es un gran problema, especialmente para nosotras, las mujeres, porque los hombres y los niños pueden [hacer sus necesidades] en cualquier parte al aire libre [...]. Los hombres se bañan en el canal. Las mujeres acarreamos agua del canal en baldes y nos bañamos en las chozas. La gente dice que contaminamos el agua que va a la planta depuradora. Pero no tenemos otra opción. Los políticos vienen antes de cada elección y hacen promesas. Pero una vez elegidos con nuestros votos, se olvidan de nosotros hasta la elección siguiente.
Fuente: Mujer de la India, proyecto "Water Voice", 2003.

La mayoría de los que no tienen acceso a agua potable y saneamiento son personas pobres de zonas tanto urbanas como rurales. No sólo tienen los pobres menos probabilidades de disponer de agua potable y saneamiento, también tienen menos capacidad para hacer frente a los efectos de esta privación. Los pobres de las zonas rurales representan el grueso de la población que carece de agua potable y saneamiento. Más de 1.000 millones de habitantes de esas zonas tienen que hacer sus necesidades al aire libre, con importantes consecuencias para la salud, la vida privada e incluso la seguridad física.

Con frecuencia, los pobres tienen menos acceso al agua y pagan más por ella
En muchos países, los pobres no sólo reciben agua en menor cantidad y de peor calidad, sino que también pagan las tarifas más altas. Los habitantes de los asentamientos precarios de Yakarta, Manila y Nairobi pagan entre y 10 veces más por el agua que los residentes en las zonas de ingresos altos de esas mismas ciudades, y más que los consumidores de Londres o de
Nueva York. En Accra, buena parte de las 800.000 personas que viven en el umbral de pobreza o por debajo de él pagan 10 veces más por el agua que los residentes de las zonas acomodadas.
Fuente: PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano 2006.

Los pobres de las zonas urbanas que viven en asentamientos precarios, que representan el 42% de la población urbana en los países en desarrollo, también tienen dificultades particulares a este respecto. Las autoridades, nacionales o locales, suelen ser reacias a conectar esos asentamientos a las redes de agua y saneamiento dada su precariedad. Los proveedores
de servicios también aducen una serie de razones para no abastecer a esos lugares, entre otras, que los habitantes no están en condiciones de pagar y asegurar la recuperación de los costos, que no tienen los documentos necesarios para demostrar su derecho a recibir los servicios o que existe el riesgo de desalojo. Como consecuencia de ello, los habitantes de los asentamientos precarios tienen que recoger agua de fuentes no protegidas, como pozos o canales de riego contaminados, o comprarla a un precio más alto que el que pagan las personas conectadas al sistema de agua corriente. Cuando los habitantes de los asentamientos precarios no disponen de una fuente segura de agua potable, su abastecimiento se suele reducir en los tiempos de escasez para mantener el suministro a las zonas más ricas.



Las mujeres

La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer
Artículo 14 2)
Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en las zonas rurales a fin de asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, su participación en el desarrollo rural y en sus beneficios, y en particular le asegurarán el derecho a:
h) Gozar de condiciones de vida adecuadas, particularmente en las esferas de la vivienda, los servicios sanitarios, la electricidad y el abastecimiento de agua, el transporte y las comunicaciones.

La falta de acceso a agua potable y servicios de saneamiento afecta a las mujeres de modo particular. Cuando no hay agua potable en las viviendas, el acarreo de agua corre a cargo principalmente de las mujeres y las niñas. Ir a recoger y acarrear el agua lleva tiempo, y es una pesada carga. Según el PNUD, esa tarea explica también en parte la gran disparidad en la asistencia a la escuela de niños y niñas en muchos países. No es raro que las mujeres pasen hasta cuatro horas diarias caminando, haciendo fila y acarreando agua, en lugar de dedicar ese tiempo a actividades productivas, o a las labores domésticas y a cuidar a los niños. En muchos casos, el agua que recogen está sucia y procede de fuentes no protegidas. La salud de las mujeres puede resentirse profundamente por la pesada carga del acarreo de agua, y también por las enfermedades que se contraen por contacto con el agua, como la esquistosomiasis.

Con gran frecuencia, las mujeres están excluidas de la adopción de decisiones relativas al agua y el saneamiento. Como consecuencia de ello, sus necesidades y circunstancias específicas no se toman en consideración al elaborar los programas de suministro de agua y saneamiento o al ampliar estos servicios.

Los niños
La salud, el adelanto educativo y el bienestar general de los niños dependen en gran medida de que tengan acceso a servicios básicos tales como el agua potable y el saneamiento.

La Convención sobre los Derechos del Niño
Artículo 24
1. Los Estados Partes reconocen el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud [...].
2. Los Estados Partes asegurarán la plena aplicación de este derecho y, en particular, adoptarán las medidas apropiadas para:
c) Combatir las enfermedades y la malnutrición [...] mediante, entre otras cosas, [...] el suministro de alimentos nutritivos adecuados y agua potable salubre [...];
e) Asegurar que todos los sectores de la sociedad, y en particular los padres y los niños, conozcan los principios básicos de la salud y la nutrición de los niños, las ventajas de la lactancia materna, la higiene y el saneamiento ambiental y las medidas de prevención de accidentes, tengan acceso a la educación pertinente y reciban apoyo en la aplicación de esos conocimientos [...].

El agua potable y el saneamiento son fundamentales para la salud de los niños. En los países que tienen una elevada mortalidad infantil, la diarrea provoca más defunciones de niños menores de 5 años que ninguna otra causa —más que la neumonía, la malaria y el VIH/SIDA juntos. Más del 90% de los casos de mortalidad infantil se relacionan con aguas contaminadas
y con un saneamiento inadecuado.

La falta de agua potable aumenta la vulnerabilidad de los niños a las enfermedades. Su sistema inmunitario y sus mecanismos de desintoxicación no están plenamente desarrollados, por lo que tienen menos defensas ante las infecciones relacionadas con el agua. Los niños también tienen menos masa corporal que los adultos. Esto significa que las sustancias químicas transportadas por el agua pueden ser peligrosas para ellos a concentraciones que son relativamente inocuas para un adulto.

El derecho de las niñas a la educación también se ve afectado. Una razón importante por la que los padres no mandan a sus hijas a la escuela en muchos países es que no existen servicios sanitarios separados para las niñas. En Nigeria, por ejemplo, los padres han sacado a sus hijas de la escuela porque tenían que hacer sus necesidades al aire libre. En Uganda, el 94% de las niñas comunicó que había tenido problemas en la escuela durante la menstruación, y el 61% señaló que en esos períodos no iba a la escuela.

El acceso al agua potable y el derecho a la educación
Cerca del 20% de los entrevistados en una encuesta por hogares realizada en Port-de-Paix comunicaron que la necesidad de acarrear agua impedía o dificultaba la asistencia a la escuela de sus hijos. Casi las tres cuartas partes señalaron también que en las escuelas no había agua potable y que muchos niños tenían que llevar agua consigo o comprarla allí.
Fuente: Center for Human Rights and Global Justice y otros, Wòch nan Soley.

Las personas con discapacidad
La posibilidad de acceder a servicios de abastecimiento de agua y saneamiento es crucial también para las personas con discapacidad, que históricamente han sufrido marginación y discriminación debido, entre otras cosas, a que sus necesidades especiales no se han tenido en cuenta al diseñar los edificios, los servicios y la infraestructura. Sin embargo, el acceso
a agua y a servicios de saneamiento es indispensable para una vida independiente y para el respeto de la dignidad. En muchos casos bastan pequeños cambios en el diseño y ajustes de bajo costo para que las instalaciones y los servicios de agua y saneamiento se vuelvan accesibles. El diseño universal debería ser una prioridad también en la construcción de
nuevas viviendas, servicios e instalaciones.

La Observación general Nº 15 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales deja en claro que la accesibilidad física es una dimensión importante de la accesibilidad, como  componente intrínseco del derecho al agua.

A su vez, la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad se refiere expresamente al acceso al agua por las personas con discapacidad en relación con el derecho a un nivel de vida adecuado y a la protección social.

La Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad
Artículo 28 2)
Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a la protección social y a gozar de ese derecho sin discriminación por motivos de discapacidad, y adoptarán las medidas pertinentes para proteger y promover el ejercicio de ese derecho, entre ellas:
a) Asegurar el acceso en condiciones de igualdad de las personas con discapacidad a servicios de agua potable y su acceso a servicios, dispositivos y asistencia de otra índole adecuados a precios asequibles para atender las necesidades relacionadas con su discapacidad; [...].




Los refugiados y las personas internamente desplazadas
Cada año, más de 30 millones de personas huyen de sus hogares a causa de conflictos o desastres naturales, y más de 200 millones se ven afectados por peligros naturales.

Principios Rectores de los desplazamientos internos (1998)
Principio 18
1. Los desplazados internos tienen derecho a un nivel de vida adecuado.
2. Cualesquiera que sean las circunstancias, las autoridades competentes suministrarán a los desplazados internos, como mínimo y sin discriminación, y se cerciorarán de que puedan recibir en condiciones de seguridad:
a) Alimentos indispensables y agua potable; [...]
d) Servicios médicos y de saneamiento indispensables.
3. Se tratará en especial de garantizar que las mujeres participen plenamente en la planificación y distribución de estos suministros básicos.
Fuente: E/CN.4/1998/53/Add.2.

En las situaciones de emergencia, las personas desplazadas tienen dificultades particulares para acceder a agua potable y servicios de saneamiento, con consecuencias que pueden poner en peligro la vida. Las personas desplazadas son también especialmente vulnerables a la discriminación, el racismo y la xenofobia, que pueden reducir aún más su capacidad de conseguir agua potable y servicios de saneamiento.
Los campamentos de refugiados y de desplazados internos de todo el mundo se caracterizan, especialmente cuando el desplazamiento se prolonga, por condiciones ruinosas y de hacinamiento en que la prestación de los servicios básicos, como el abastecimiento de agua potable y el saneamiento, es inadecuada. El saneamiento deficiente y la falta de acceso a agua potable en estos campamentos conducen con frecuencia a la propagación de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera.

Los pueblos originarios
El agua desempeña un papel importante en la existencia cotidiana de los pueblos indígenas, ya que es un componente central de sus tradiciones, su cultura y sus instituciones. También es un elemento clave de sus estrategias de sustento. El derecho al agua abarca sólo una dimensión pequeña de esta relación, a saber, el acceso a agua potable para el uso personal y doméstico.

El acceso de los pueblos indígenas al agua potable está estrechamente relacionado con el control sobre sus tierras, territorios y recursos ancestrales. La falta de reconocimiento o protección jurídicos de esas tierras, territorios o recursos puede, pues, tener consecuencias de largo alcance en su disfrute del derecho al agua.

Las fuentes naturales de agua utilizadas tradicionalmente por los pueblos indígenas, como los lagos o ríos, pueden no ser ya accesibles debido a la expropiación o la apropiación gradual de las tierras por otros. El acceso puede verse amenazado también por la contaminación ilegal o la sobreexplotación. Además, las fuentes de agua de los pueblos indígenas pueden haber sido desviadas para abastecer de agua potable a las zonas urbanas. Así pues, para asegurar el derecho al agua de los pueblos indígenas puede ser necesario, en muchos casos, adoptar medidas para asegurar sus derechos a las tierras ancestrales, reforzar sus sistemas tradicionales de aprovechamiento del agua y proteger sus recursos naturales.

Aunque la mayoría de los pueblos indígenas aún viven en zonas rurales, un número creciente de indígenas están migrando, voluntaria o involuntariamente, a las zonas urbanas, donde con frecuencia acaban viviendo en condiciones inadecuadas, sin acceso a agua potable ni a servicios de saneamiento.

Los pueblos originarios suelen estar excluidos del proceso de adopción de decisiones relativas al agua y el saneamiento, lo que puede constituir un obstáculo más al acceso a esos servicios.



En la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (2007) se establecen las normas internacionales mínimas para la protección y promoción de los derechos de los pueblos indígenas necesarios para su supervivencia, bienestar y dignidad. Los siguientes artículos revisten particular interés para asegurar su derecho al agua:
Artículo 18
Los pueblos indígenas tienen derecho a participar en la adopción de decisiones en las cuestiones que afecten a sus derechos, por conducto de representantes elegidos por ellos de conformidad con sus propios procedimientos, así como a mantener y desarrollar sus propias instituciones de adopción de decisiones.
Artículo 21
1. Los pueblos indígenas tienen derecho, sin discriminación, al mejoramiento de sus condiciones económicas y sociales, entre otras esferas, en la educación, el empleo, la capacitación y el readiestramiento profesionales, la vivienda, el saneamiento, la salud y la seguridad social. [...]
Artículo 26
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han poseído, ocupado o utilizado o adquirido.
2. Los pueblos indígenas tienen derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las tierras, territorios y recursos que poseen en razón de la propiedad tradicional u otro tipo tradicional de ocupación o utilización, así como aquellos que hayan adquirido de otra forma.
3. Los Estados asegurarán el reconocimiento y protección jurídicos de esas tierras, territorios y recursos. Dicho reconocimiento respetará debidamente las costumbres, las tradiciones y los sistemas de tenencia de la tierra de los pueblos indígenas de que se trate.


Actividad:
Busquen en diarios, revistas, internet, etc. diferentes ejemplos de grupos de mujeres, niños, pueblos originarios y refugiados alrededor del mundo, que tengan dificultades particularmente grandes para ejercer su derecho al agua.
Plasmen la información encontrada en sus carpetas.

LAS OBLIGACIONES DE LOS ESTADOS Y LAS RESPONSABILIDADES DE OTROS ACTORES




LAS OBLIGACIONES DE LOS ESTADOS Y LAS RESPONSABILIDADES
DE OTROS ACTORES
Los Estados tienen la obligación primordial de proteger y promover los derechos humanos. Las obligaciones a este respecto se definen y garantizan generalmente mediante tratados internacionales de derechos humanos, que crean obligaciones vinculantes para los Estados que los ratifican.

Obligaciones generales
El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales subrayó que, en virtud del Pacto, los Estados tienen la obligación de lograr progresivamente la plena realización del derecho al agua. En otras palabras, el Pacto reconoce que los Estados tienen limitaciones de recursos y pueden requerir tiempo para garantizar el derecho al agua de todas las personas. Algunos componentes del derecho al agua se consideran, pues, sujetos a una realización progresiva. Otros, sin embargo, como la obligación de la no discriminación, son de efecto inmediato y no están sujetos a una realización progresiva.

Si bien no todos los aspectos del derecho al agua pueden hacerse efectivos de inmediato, la Observación general Nº 15 subraya que los Estados deben, como mínimo, demostrar que están haciendo todo lo posible, dentro de los límites de los recursos disponibles, para proteger y promover mejor este derecho. Por recursos disponibles se entiende los que existen dentro del Estado y también los que pone a disposición la comunidad internacional a través de la cooperación y asistencia internacional. También se destaca que existe la obligación inmediata de adoptar medidas, que han de ser concretas, deliberadas y específicas, para hacer efectivo el derecho al agua.

Tres tipos de obligaciones
Las obligaciones de los Estados se dividen en tres categorías: las obligaciones de respetar, de proteger y de realizar.

La obligación de respetar
Exige a los Estados que se abstengan de obstaculizar directa o indirectamente el goce del derecho al agua.
Por ejemplo, los Estados deberán abstenerse de: contaminar los recursos hídricos; efectuar cortes arbitrarios e ilegales de los servicios de agua y saneamiento; reducir el suministro de agua potable a los asentamientos precarios para satisfacer la demanda de las zonas más ricas; destruir los servicios y la infraestructura de abastecimiento de agua como medida punitiva durante un conflicto armado; o agotar los recursos de agua que los pueblos indígenas utilizan para beber.

La obligación de proteger
Exige a los Estados que impidan a terceros toda injerencia en el disfrute del derecho al agua.
Los Estados deberían adoptar legislación u otras medidas para asegurarse de que los agentes privados —por ejemplo, la industria, los proveedores de agua u otras personas— acaten las normas de derechos humanos relacionadas con el derecho al agua. Por ejemplo, los Estados deberían adoptar las medidas legislativas y de otra índole necesarias para garantizar que terceros no efectúen cortes arbitrarios e ilegales de los servicios de agua y saneamiento; las comunidades estén protegidas contra la extracción insostenible, por terceros, de los recursos de agua que necesitan para beber; la seguridad física de las mujeres y los niños no se vea amenazada cuando van a recoger agua o utilizan servicios de saneamiento situados fuera del hogar; las leyes y prácticas relativas a la propiedad de la tierra no impidan a las personas y las comunidades acceder a agua potable; y los terceros que controlen o administren los servicios de abastecimiento de agua no comprometan el acceso físico asequible y en condiciones de igualdad a una cantidad suficiente de agua potable.

La obligación de realizar
Exige a los Estados que adopten medidas legislativas, administrativas, presupuestarias, judiciales, de promoción y de otra índole, adecuadas para hacer plenamente efectivo el derecho al agua. Los Estados deben, entre otras cosas, adoptar una política nacional sobre los recursos hídricos que dé prioridad en la gestión del agua a los usos personales y domésticos esenciales; defina los objetivos de la extensión de los servicios de abastecimiento de agua, centrándose en los grupos desfavorecidos y marginados; determine los recursos disponibles para cumplir esos objetivos; especifique la forma más rentable de utilizarlos; indique las responsabilidades y los plazos para llevar a la práctica las medidas necesarias; y vigile los resultados, garantizando una reparación adecuada en caso de violación.


En virtud de la obligación de realizar, los Estados deben también, progresivamente y en la medida que lo permitan los recursos disponibles, hacer extensivos los servicios de agua y saneamiento a los grupos vulnerables y marginados, aumentar la asequibilidad de los servicios de agua y saneamiento, y velar por una educación apropiada sobre el uso correcto del agua y los servicios de saneamiento, la protección de las fuentes de agua y los métodos para reducir al mínimo el desperdicio.


Actividad:

Mirá con atención la película “También la lluvia”, con los actores Gael García Bernal y Luis Tosar. Se trata de un film español inspirado en los acontecimientos sucedidos durante la Guerra del Agua en Cochabamba, Bolivia, en abril de 2000), y respondé las siguientes preguntas:
¿Cuál es la postura del gobierno frente a la privatización?
¿Cuáles son las similitudes entre el colonialismo español del siglo XVI en adelante y la globalización del siglo XXI que observaste en la película?
 ¿Cómo se relacionan los temas estudiados con la película?

Observá también el corto “Abuela Grillo” y luego escribí un informe sobre tu opinión con respecto al comercio del agua y el caso abordado (Cochabamba, Bolivia), considerando los siguientes aspectos:
   Explotación irracional del recurso.
   Explotación laboral.
   Participación y movilización ciudadana.






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APROPIACIÓN DEL RECURSO AGUA

Apropiación del recursos AGUA

Capítulo 19:
Despejando la playa
«El segundo tsunami»

El tsunami que despejó la costa como un buldózer gigante ha obsequiado a los promotores inmobiliarios con una oportunidad jamás soñada que han aprovechado rápidamente.






SETH MYDANS, International Herald Tribune, 10 de marzo de 2005.



Fui a la playa al amanecer, esperando encontrarme con algunos pescadores antes de que partieran hacia las aguas color turquesa. Era julio de 2005 y la playa estaba casi desierta salvo por un grupo de catamaranes de madera pintados a mano y, junto a uno de ellos, una pequeña familia que se disponía a salir al mar. Roger, de cuarenta años, sentado sin camisa y con un pareo sobre la arena estaba reparando una enredada red roja junto a su hijo de veintiún años, Ivan. Jenita, la esposa de Roger, daba vueltas en torno a la embarcación agitando con la mano una lata de humeante incienso. «Implorando suerte y seguridad», así explicaba el ritual.

No hace mucho, en esta playa y en docenas más como ésta de toda la costa de Sri Lanka, tuvo lugar una desesperada misión de rescate tras el más devastador desastre natural de la memoria reciente: el tsunami del 26 de diciembre de 2004, que acabó con la vida de 250.000 personas y dejó sin hogar a dos millones y medio de personas en toda la región.2 Había ido a Sri Lanka, uno de los países más duramente golpeados, seis meses después para ver las tareas de reconstrucción en comparación con las que se estaban llevando a cabo en Irak. 
Mi compañero de viaje, Kumari, un activista de Colombo, había formado parte de ese esfuerzo de rehabilitación y rescate y accedió a hacer de guía y traductor a través de la región golpeada por el tsunami. Nuestro viaje comenzó en la bahía de Arugam, en un pueblo de pescadores turístico y apagado en la costa oriental de la isla, que estaba siendo levantado por el equipo de reconstrucción del gobierno como escaparate de sus planes de «reconstruir a mejor». 
Ahí es donde conocimos a Roger que, en sólo unos minutos, nos dio una versión muy diferente del asunto. El lo llamaba «plan para trasladar a los pescadores de la playa». Alegaba que el plan de desalojo masivo era muy anterior a la ola gigante, pero el tsunami, como otros muchos desastres, estaba siendo aprovechado para que se aprobase una agenda profundamente antipopular. Roger nos contó que durante quince años su familia había pasado la temporada de pesca en una cabaña con el techo de paja situada en la playa, en la bahía de Arugam, cerca de donde nos encontrábamos sentados. Junto a decenas de familias pescadoras, habían guardado sus embarcaciones junto a sus cabañas y secado su pesca en hojas de banano sobre la fina arena blanca. Se mezclaban con facilidad con los turistas, la mayor parte de ellos surfistas procedentes de Australia y Europa que se alojaban en hoteles a lo largo de la playa, ese tipo de lugares con hamacas raídas en primera línea de playa y música como la de un club de Londres que sonaba en altavoces colgados de las palmeras. Los restaurantes compraban pescado directamente según llegaba en las embarcaciones y los pescadores, con su pintoresco estilo de vida tradicional, proporcionaban ese toque de autenticidad que la mayor parte de los toscos turistas estaban buscando. 
Durante mucho tiempo, no hubo especiales conflictos entre los hoteles y los pescadores de la bahía de Arugam, en parte porque la guerra civil que tenía lugar en Sri Lanka aseguraba que ninguna industria crecería a gran escala. La costa oriental de Sri Lanka presenció algunos de los peores enfrentamientos de ambos bandos: los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil (conocidos como los Tigres tamiles) en el norte, y el gobierno central ceilandés de Colombo. Ninguno consiguió controlarla jamás totalmente. Alcanzar la bahía de Arugam requería navegar entre un laberinto de puestos de control y correr el riesgo de ser atrapado en un tiroteo o ataque suicida (a los Tigres tamiles se les atribuye la invención del cinturón explosivo). Todas las guías contienen severas advertencias acerca de mantenerse alejado de la inestable costa oriental de Sri Lanka; la ola rompe notablemente bien, pero sólo se aventuran los fanáticos del surf. 
En febrero de 2002 se produjo un gran avance, cuando Colombo y los Tigres firmaron un acuerdo de alto el fuego. No fue exactamente un acuerdo de paz sino más bien un tenso cese de las hostilidades, interrumpido por una bomba o asesinato ocasionales. A pesar de la precariedad de la situación, tan pronto como las carreteras fueron abiertas, las guías empezaron a resaltar el interés de la costa oriental como la nueva Phuket: estupendo sur, bellas playas, hoteles de moda, comidas especiadas, juergas a la luz de la luna… «lugares de moda», según señalaba Lonely Planet3 Y la bahía de Arugam era el centro de la actividad. Al mismo tiempo, la apertura de los puestos de control significaba que los pescadores de todo el país podrían regresar en gran número a algunas de las aguas más ricas en pesca a lo largo de la costa oriental, incluida la bahía de Arugam. 
Las playas estaban cada vez más abarrotadas. La bahía de Arugam fue declarada puerto pesquero, pero los propietarios de los hoteles empezaron a quejarse de que las cabañas impedían sus vistas y que el olor del pescado seco repugnaba a sus clientes (un hotelero, holandés expatriado, me dijo: «Hay como un olor a contaminación»). Algunos de los hoteleros empezaron a presionar al gobierno local para que trasladase las embarcaciones y las cabañas a otra bahía, menos popular para los extranjeros. Los aldeanos les presionaron a su vez, señalando que ellos habían vivido en esas tierras durante generaciones y que la bahía de Arugam era algo más que un embarcadero: era agua fresca y electricidad, escuelas para sus hijos y compradores para sus capturas. 
Estas tensiones amenazaron con explotar seis meses antes del golpe del tsunami, al producirse un misterioso incendio en la playa a mitad de la noche. Veinticuatro cabañas fueron reducidas a cenizas. Roger me dijo que lo habían perdido todo: pertenencias, redes y cuerdas. Kumari y yo hablamos con muchos de los pescadores de la bahía de Arugam y todos insistían en que el fuego había sido provocado. Culpaban a los propietarios de los hoteles quienes, obviamente, querían las playas para ellos. 
Pero si el fuego fue realmente un intento de ahuyentar a los pescadores, no funcionó; los aldeanos se mostraron dispuestos a quedarse más que nunca, y las personas que perdieron sus cabañas las reconstruyeron rápidamente. 
Cuando se produjo el tsunami, consiguió lo que el fuego no pudo: vació la playa completamente. Cada frágil construcción fue barrida por el agua: cada embarcación, cada cabaña, al igual que cada cabaña y bungalow de los turistas. En una comunidad de sólo 4.000 habitantes, murieron alrededor de 350 personas, la mayoría de ellos personas como Roger, Ivan y Jenita, quienes hacían del mar su medio de vida.4 Todavía bajo los escombros y la carnicería estaba lo que la industria turística había estado buscando durante tanto tiempo: una prístina playa, sin rastro de todos los signos de suciedad de gente trabajando, un paraíso vacacional. Igual a lo largo de toda la costa: una vez que los escombros habían sido retirados, lo que quedaba era… el paraíso. 
Cuando la emergencia remitió y las familias de pescadores regresaron a los lugares donde una vez estuvieron sus casas, fueron recibidos por la policía, que les prohibió reconstruir sus hogares: «nuevas leyes», les dijeron. Nada de casas en la playa; todo tenía que estar, al menos, a doscientos metros atrás de la orilla de la costa. La mayoría habrían aceptado construir más lejos del agua, pero no había terreno disponible allí, lo que dejaba a los pescadores sin un lugar adonde ir. Y la nueva «zona de separación» había sido impuesta no sólo en la bahía de Arugam, sino a lo largo de toda la costa. Las playas estaban fuera de los límites. 
El tsunami mató, aproximadamente, a 35.000 esrilanqueses y desplazó a cerca de un millón. El 80% de las víctimas eran, como Roger, pescadores de pequeña escala. En algunas áreas el porcentaje ascendía al 98%. Con el fin de recibir raciones de comida y subvenciones como ayuda, cientos de miles de personas se desplazaron de las playas a campamentos temporales del interior, muchos de ellos largos y sombríos barracones de chapa cuya absorción del calor era tan insoportable que muchos los abandonaban para dormir fuera. Según pasaba el interminable tiempo, los campos se convirtieron en avenidas de suciedad y enfermedades patrulladas por amenazadores soldados blandiendo sus ametralladoras. 
Oficialmente, el gobierno dijo que la zona de separación era una medida de seguridad supuestamente para prevenir que se repitiera una devastación si se produjera otro tsunami. A primera vista esto tenía sentido, pero existía un problema evidente en su fundamentación lógica: esto no estaba siendo aplicado a la industria del turismo. Por el contrario, se animaba a los hoteleros a que expandiesen sus hoteles frente al mar, donde los pescadores habían vivido y trabajado. Los centros turísticos quedaron completamente exentos de la regulación de la zona de separación, con tal de que clasificaran su construcción como «reparación»; no importa cómo de elaborada o cerca del mar estuviese, estaban libres de cargas y responsabilidades. Los trabajadores martillearon y taladraron a lo largo de toda la playa de la bahía de Arugam. «¿Tienen que tener los turistas miedo al tsunami?», quería saber Roger. 
Para él y sus compañeros, la zona de separación parecía algo más que una excusa del gobierno para hacer lo que llevaba haciendo desde antes de la ola: despejar la playa de pescadores. Las capturas que solían extraer de las aguas, habían sido suficientes para mantener a sus familias, pero no contribuían al crecimiento económico tal como era medido por instituciones como el Banco Mundial, y la tierra donde una vez estuvieron sus cabañas podría ser puesta al servicio de un uso más rentable. Poco antes de mi llegada, un documento llamado «Plan de desarrollo para los recursos de la bahía de Arugam» filtrado por la prensa confirmaba los peores temores de la comunidad de pescadores. El gobierno federal había encargado a un equipo de consultores internacional desarrollar un anteproyecto de reconstrucción de la bahía de Arugam, y este plan fue el resultado. Aunque hubieran sido sólo las propiedades situadas frente a la playa las dañadas por el tsunami, con la mayor parte de la ciudad aún en pie, éste pedía que la bahía de Arugam fuese demolida y reconstruida, y dejase de ser una encantadora ciudad hippie junto al mar para convertirse en una «boutique de destino turístico» de lujo: centros turísticos de cinco estrellas, chalés para turismo ecológico a 300 dólares la noche, un embarcadero para hidroaviones y una pista de aterrizaje para helicópteros. El informe señalaba con entusiasmo que la bahía de Arugam podría servir como modelo para levantar treinta nuevas «zonas turísticas» cercanas, convirtiendo la costa oriental de Sri Lanka previamente destrozada por la guerra en una Riviera en el Sureste asiático.5 
Las víctimas del tsunami -los cientos de familias pescadoras que vivían y trabajaban en la playa- desaparecieron de todas las impresiones de los artistas y de los planos. El informe explicaba que los aldeanos serían trasladados a lugares más apropiados, algunos varios kilómetros más lejos y lejos del océano. Para hacer las cosas aún peor, los 80 millones de dólares del proyecto de renovación iban a ser financiados con el dinero recaudado como ayuda en nombre de las víctimas del tsunami. 
Fueron los rostros de llanto de estas familias de pescadores y otras como éstas en Tailandia e Indonesia las que desencadenaron el histórico flujo de generosidad internacional después del tsunami: sus parientes apilados en las mezquitas, los lamentos de sus madres intentando identificar a un bebé ahogado, sus hijos barridos por el mar. Hasta ahora, para comunidades como la de la bahía de Arugam, la «reconstrucción» significaba nada menos que la destrucción deliberada de su cultura y forma de vida y el robo de su tierra. Como dijo Kumari, el proceso entero de reconstrucción resultaría en «la victimización de las víctimas, la explotación de lo explotado». 
Cuando el plan salió, saltaron chispas de indignación por todo el país, especialmente en la bahía de Arugam. Tan pronto como llegamos a la ciudad, Kumari y yo tropezamos con una muchedumbre de cientos de manifestantes vestidos con una caleidoscópica mezcla de saris, pareos, hijabs y chanclas. Se reunieron en la playa; al principio la marcha pasaría frente a los hoteles, luego por la ciudad vecina de Pottuvil, sede del gobierno local. 
Al pasar delante de los hoteles, un hombre joven con camiseta blanca y megáfono rojo dirigía a los manifestantes en una llamada-respuesta. «¡No queremos… no queremos…!», gritaba, y la muchedumbre respondía: «¡Hoteles para turistas!». Después gritaba: «¡Blancos…!» y la gente gritaba: «¡Fuera!» (Kumari traducía del tamil pidiendo disculpas). Otro hombre joven, con la piel curtida por el sol y el océano, tomó las riendas del megáfono y gritó: «¡Queremos, queremos…!» y las respuestas volaron: «¡Nuestras tierras de nuevo!», «¡nuestros hogares;», «¡un puerto de pesca!», «¡el dinero de ayuda recaudado!». «¡Hambre, hambre!», gritaba, y la gente respondía: «¡Los pescadores se enfrentan al hambre!»: 
Fuera, a las puertas del distrito del gobierno, líderes de la marcha acusaban a sus elegidos representantes de abandono, corrupción, de gastar el dinero de la ayuda destinado a los pescadores en «dotes para sus hijas y joyas para sus mujeres». Hablaron de favores especiales repartidos entre los ceilandeses, de discriminación contra los musulmanes, de los «beneficios de los extranjeros a costa de nuestra miseria». 
Parecía poco probable que sus consignas fueran a tener mucho efecto. En Colombo hablé con el director general del Consejo de Turismo de Sri Lanka, Seenivasagam Kalaiselvam, un burócrata de mediana edad con el mal hábito de citar a su multimillonario país «como si fuera una marca comercial». Le pregunté qué iba a ser de los pescadores en lugares como la bahía de Arugam. Se inclinó hacia atrás en su silla de ratán y explicó: «En el pasado, en el cinturón costero, había muchos establecimientos no autorizados […] construidos al margen del plan de turismo. Con el tsunami, ocurrió algo positivo de cara al turismo y fue que la mayoría de esos establecimientos no autorizados [fueron] afectados por el tsunami, y esas construcciones dejaron de estar allí». Si los pescadores regresasen y pretendieran reconstruir sus establecimientos, «nos veríamos forzados a demolerlos de nuevo […] La playa quedaría limpia», explicó. 
Esto no empezó así. Cuando Kumari llegó a la costa oriental días después del tsunami, aún no había llegado la ayuda oficial. Esto significaba que cada uno era como un trabajador de apoyo de casos de desastre, un médico, un enterrador. Las barreras étnicas que hasta entonces habían dividido la región desaparecieron. «Los musulmanes corrieron hacia el lado tamil para enterrar a los muertos», explicó, «y los tamiles se acercaron a los musulmanes en búsqueda de comida y bebida. La población del interior del país enviaba dos paquetes de comida diariamente a cada casa, lo cual era mucho teniendo en cuenta la pobreza. No se trataba de recuperar nada; era lo que se sentía: "Tengo que apoyar a mi vecino, tenemos que apoyar a nuestras hermanas, hermanos, hijas, madres", sólo eso». 
Transcultural fue también, respecto a la ayuda, el estallido por todo el país. Adolescentes tamiles condujeron sus tractores desde las granjas para ayudar en la búsqueda de cuerpos. Niños cristianos donaron sus uniformes del colegio, que se convertirían en sudarios blancos en los funerales musulmanes, mientras que las mujeres hindúes dieron sus saris blancos. Es como si la invasión de agua salada y escombros fuese tan humildemente poderosa que, además de pulverizar los hogares y doblar las autopistas, se borraran odios intratables, disputas sangrientas y la cuenta de quién había matado a quién. Para Kumari, que había pasado años de frustrante trabajo con grupos pacifistas intentando tender puentes en la división, fue sobrecogedor ver cómo una tragedia tal se topaba con semejante decencia. En lugar de hablar interminablemente de paz, los habitantes de Sri Lanka, en su momento de máxima tensión, la estaban viviendo realmente. 
Parecía también que el país iba a poder contar con el apoyo internacional para su esfuerzo de recuperación. En un principio, la ayuda no provino de los gobiernos, que fueron muy lentos en su respuesta, sino de individuos que habían visto el desastre por televisión: escolares europeos recaudaron fondos vendiendo tartas y recogiendo botellas recicladas, algunos músicos organizaron conciertos llenos de celebridades, grupos religiosos recolectaron ropa, mantas y dinero. Los ciudadanos pidieron a sus gobiernos que combinasen su generosidad con ayuda oficial. En seis meses se recaudaron 13.000 millones de dólares, un récord mundial.6 
En los primeros meses, gran parte del dinero para la reconstrucción llegó a los receptores previstos: ONG y organismos de ayuda llevaron comida y agua de emergencia, tiendas de campaña y refugios temporales; los países ricos enviaron equipos médicos y suministros. Los campamentos fueron construidos como recursos provisionales, para dar cobijo a la gente mientras se construían sus hogares permanentes. Había, ciertamente, suficiente dinero para que se construyeran esos hogares. Pero cuando seis meses más tarde estuve en Sri Lanka, el progreso se había detenido. Apenas había casas permanentes y los campamentos temporales estaban empezando a parecerse cada vez menos a refugios de emergencia y más a tugurios de chabolas consolidados.



A través de la lectura del texto anterior, y la proyección de este Power Point 
Despejando la playase aborda el Estudio de caso de los pescadores de Sri Lanka una vez acaecido el tsunami del 26 de diciembre de 2004, que acabó con la vida de 250000 personas y dejó sin hogar a 2 millones de personas en toda la región.


Actividad: Estudio de caso de la presa de las Tres Gargantas




Lean el material El Lamento de las Tres Gargantas y, en pequeños grupos, confeccionen un nuevo Power Point (utilizando las imágenes que siguen) en el que se ponga de manifiesto la relación sociedad - naturaleza, considerando al agua como un recurso estratégico y bien común, interpretando el rol del estado, de la empresa y de la comunidad.